lunes, 25 de mayo de 2020

Como los gatos

Hace unos días vi esta foto en Twitter: un mercado en Filipinas, donde se habían pintado círculos en el suelo para marcar la distancia de seguridad entre las personas que esperaban... pero los habían ocupado gatos. La foto la utilizaba un biólogo para ilustrar la tendencia de los gatos a refugiarse en espacios pequeños y cerrados, aunque sean espacios virtuales.



Puedo imaginar más de un lugar real o virtual que me haga el mismo efecto que esos círculos a esos animalitos. Alguna vez he sentido que el simple hecho de meterme en la cama me aislaba del mundo. También me he refugiado en las páginas de un libro. O detrás de unas gafas de sol, como si mirar sin que nos vieran los ojos nos protegiera de algo. Hay niños pequeños que cuando juegan al escondite se acurrucan a la vista de todo el mundo pero se tapan la cara y eso ya les da la sensación de estar fuera del alcance de las miradas ajenas.

Hay quien se refugia en el silencio, aunque eso, más que un círculo, sería una esfera. Y hay quien no necesita nada físico en torno para sentirse sumergido en una burbuja protectora porque sabe aislarse mentalmente de lo que tiene alrededor.

Por las noches, cuando me relajo e intento dormir, los pensamientos que me he esforzado en relegar durante el día se cuelan por las rendijas y se adueñan de mi cerebro. Pero esta noche voy a ensayar la táctica de los gatos. Dibujaré mentalmente un círculo vacío y me meteré en él para dejar fuera todo aquello en lo que no quiero pensar.



Esta entrada participa en la convocatoria #relatosCírculos de @divagacionistas

martes, 19 de mayo de 2020

De noche

Cae la noche y la vida se va vaciando. Poco dormir y menos aún soñar ofrece esa cama. Para qué cerrar los ojos si nada vuelve de madrugada.

Rehúyo los lugares donde se congeló el último recuerdo. Los recuerdos ya no llevan a ninguna parte.

El silencio a estas horas no es acogedor. Hace eco.

Y el pensamiento no sabe encontrar un camino conocido para volver a casa.