lunes, 24 de febrero de 2020

Más vale que falte

Sensación de cansancio; mayor probabilidad de ansiedad, depresión y estrés; menor calidad de vida; mayor probabilidad de accidentes de tráfico o laborales; deterioro neuro-cognitivo; hay estudios que señalan relación con el alzhéimer y enfermedades cardiovasculares.

Leyó de un tirón y releyó parándose en cada palabra.

Vaya panorama. La falta de sueño parecía asegurar una vida poco agradable.

Mareos, dolor de cabeza, problemas gastrointestinales, reacciones alérgicas, somnolencia, problemas de memoria, de atención, tolerancia, efecto rebote y síndrome de abstinencia. 

Los somníferos también podían traer problemas. Era como elegir entre el fuego y las brasas.

Yoga, meditación, hipnosis, masturbación, técnicas de relajación, leer, escuchar música, darse una ducha caliente... Podía volver a probarlo todo pero nada había funcionado la primera vez.

Su gato dormía quince horas diarias. Su sobrinillo de dos meses casi lo mismo. Su marido podía, si le dejaban, llegar a diez los fines de semana. Ella nunca había necesitado más de seis y la mitad de los días no conseguía llegar ni a cuatro. Los envidiaba a todos, envidiaba su modorra, su remoloneo en la cama, su apego al colchón. Hasta aquel día.

Se dio un golpe en la cabeza contra una puerta de cristal. El dolor no fue muy intenso. La ceja se hinchó y se amorató. Luego el amoratamiento bajó hasta rodear el ojo por completo. Ella no se preocupó. No parecía haberse roto ningún hueso.

Al segundo día notó algo muy extraño. A media mañana tenía sueño. No le había ocurrido nunca, ni siquiera los días en que dormía solo tres horas. A media tarde le costaba mantenerse despierta. Se quedó frita nada más llegar a casa. Al día siguiente la somnolencia era constante. Le costaba entender lo que leía. Se hubiera echado la siesta de pie en el autobús de vuelta. Volvió a caer en la cama sin cenar y le costó abrir el ojo a la mañana siguiente. Fue al ambulatorio, donde la enviaron de inmediato al hospital. Examen, preguntas, TAC... Tenía una conmoción cerebral.

Después de unos días de baja en que se sintió zombi tuvo claro que quien necesita dormir y no puede es mucho más desgraciado que quien quiere pero no lo necesita. Si algo tiene que escasear, que sean las ganas y no la posibilidad de satisfacerlas, se dijo.



Esta entrada participa en la convocatoria #relatosEscasez de @divagacionistas.