lunes, 18 de junio de 2018

Variaciones

Sabes que algo se acaba y no quieres que ese fin pase desapercibido. No te gustan las “despedidas a la francesa”, sin decir adiós, sin que nadie se dé cuenta de la marcha. Un adiós es algo lo bastante serio como para darle un tratamiento especial, con las formalidades necesarias, con emoción si es el caso. Da igual si te alegras de ver llegar ese final o si lo lamentas profundamente. Hagamos las cosas bien.


Sabes que algo se acaba y esperas que ese fin sea rápido, indoloro y, a poder ser, silencioso. No te gustan los adioses. Sea cual sea el motivo, es mejor que quede para la intimidad de las partes; no hay razón para hacerlo público, ni siquiera para verbalizarlo. Un poquito de intimidad, por favor. Da igual si te alegras de ver llegar ese final o si lo lamentas profundamente. Hagamos las cosas bien.


No sabes que algo se acaba. No lo has visto venir y no te has dado cuenta de que lo que hubiera antes ya no existe. Tú no has decidido poner fin a nada ni nadie te ha consultado sobre ello. Te enteras por casualidad o por el inevitable peso de la realidad, de los hechos consumados. Nadie se ha despedido de ti ni te ha dado opción de hacerlo. Da igual si te alegras de ver llegar ese final o si lo lamentas profundamente. Se podrían hacer mejor las cosas.

Se acaba algo tuyo. O te acabas tú. Piensas en la mejor manera de hacer las cosas. Pero te despidas o no, lo hagas en público o en privado, con algo multitudinario o íntimo, ostentoso o sencillo, nada volverá nunca a ser lo mismo.


Este relato participa en la convocatoria #relatosDespedidas de @divagacionistas.