Sabes que algo se acaba y esperas que ese fin
sea rápido, indoloro y, a poder ser, silencioso. No te gustan los adioses. Sea
cual sea el motivo, es mejor que quede para la intimidad de las partes; no hay
razón para hacerlo público, ni siquiera para verbalizarlo. Un poquito de
intimidad, por favor. Da igual si te alegras de ver llegar ese final o si lo
lamentas profundamente. Hagamos las cosas bien.
No sabes que algo se acaba. No lo has visto
venir y no te has dado cuenta de que lo que hubiera antes ya no existe. Tú no
has decidido poner fin a nada ni nadie te ha consultado sobre ello. Te enteras
por casualidad o por el inevitable peso de la realidad, de los hechos
consumados. Nadie se ha despedido de ti ni te ha dado opción de hacerlo. Da igual si te alegras de ver llegar ese final o si lo lamentas profundamente. Se podrían
hacer mejor las cosas.
Se acaba algo tuyo. O te acabas tú. Piensas en la mejor manera de hacer las cosas. Pero te despidas o no, lo hagas en público o en privado, con algo multitudinario o íntimo, ostentoso o sencillo, nada volverá nunca a ser lo mismo.
Este relato participa en la convocatoria #relatosDespedidas de @divagacionistas.
Este relato participa en la convocatoria #relatosDespedidas de @divagacionistas.
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