sábado, 10 de septiembre de 2022

Comparaciones



Nuestra fortuna, quizá también nuestra condena, es basar la percepción en la comparación. Un sabor nos gusta más que otro, preferimos un tipo de música a otro, nos agrada más el calor o el frío. Nunca nos sentimos mejor que cuando desaparece un dolor o una preocupación. Agradecemos el silencio cuando el ruido nos agobia y añoramos el bullicio cuando la calma se vuelve vacío. La distancia física y temporal nos hacen desear la proximidad, y viceversa. En la edad adulta sabemos cómo fue nuestra niñez y entresacamos los momentos o experiencias que gustosamente cambiaríamos por los actuales... o que borraríamos del pasado sin dudarlo.

Por comparación, tenemos días buenos y días malos, épocas de paz y prosperidad y malas rachas. Hay personas que nos hacen felices y otras que nos causan sufrimiento. Unos dolores los sabemos temporales y otros nos acompañarán para siempre.

Ese para siempre es la piedra de toque de la comparación. Para saber el valor exacto de algo no hay nada como perderlo sin esperanza de recuperarlo. Los seres queridos que fallecen, los años de juventud cuando se ha entrado en la madurez, el cariño de una persona que dejó de amarnos o el buen funcionamiento de nuestro cuerpo o alguna de sus partes.

Tal vez sea recomendable imaginar cómo sería nuestra vida sin algo que forma parte de ella actualmente. Seguro que lo apreciaríamos más y nos esforzaríamos por no perderlo.

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