lunes, 28 de octubre de 2024

Variaciones

Había un matiz ligeramente obsesivo en su empeño de no ir todos los días por el mismo camino. Había una necesidad insuperable de variar, una resistencia a que la rutina fuera completamente rutinaria.

Los trayectos posibles no eran infinitos pero sí suficientes para darle la sensación de que podía improvisar. Elegir entre dos calles paralelas, girar por la primera esquina o por la segunda, coger un autobús u otro, bajar en una parada u otra, andar un tramo al principio o en medio o al final…

No sabía qué esperaba encontrar, o a quién. Sí era consciente de estar buscando. De necesitar. De confiar, poner de su parte y esperar.

Iba de casa al trabajo, del trabajo a casa; iba a hacer la compra, al médico, de tiendas, de paseo, a comer con amigos, al cine, a hacer deporte. Y aunque lo importante era el destino, lo emocionante era el camino.

Mientras esperaba el encuentro mágico y definitivo, la ciudad le regalaba cada día una pequeña sorpresa en forma de tiendas que habían abierto o cerrado o de árboles que habían florecido; anuncios distintos en las marquesinas o conductores nuevos en el autobús; pájaros picoteando algo en el suelo u olores que surgían por una ventana.

Y un día… lo encontró.



Esta entrada participa en la convocatoria #relatosCamino de @divagacionistas