lunes, 24 de junio de 2024

Envejecemos

Me crucé el otro día con un compañero. Trabajamos juntos un par de meses hace años y desde entonces nos tenemos un sincero aprecio aunque nos vemos poco. En aquel tiempo empezaban a asomarle canas en su morena cabeza. Ahora tiene el pelo casi blanco, algunas arrugas en la cara y unos kilos más en el cuerpo. Y a mí me resulta más atractivo que entonces. Hay otro compañero que se acaba de jubilar y ha puesto en redes fotos de sus cuatro décadas de profesión. Pues yo le veo mucho más interesante ahora, con todo el pelo y la barba blancos y el peso de los años en la postura, que cuando era joven. Hace una semana coincidí con una compañera ya jubilada. Llevaba el pelo algo descuidado y un vestido holgado disimulaba su ensanchado perímetro. Pero tenía una cara relajada y feliz que resplandecía.


Son solo tres ejemplos con los que quiero deciros: me encanta veros envejecer. La vida os arruga, os aja, cada vez vais menos erguidos y perdéis la línea... y, sin embargo, sois más personas, más sabios, la experiencia vital os deja huellas -tristes o alegres- que os hacen merecer más la pena.

Me peleo a diario con mi envejecimiento. La edad es desgaste, la edad roba fuerzas, la edad acerca el momento de dejar de existir. En mí no me gustan sus huellas. Tendría que aprender a mirarme a mí misma como os miro a vosotros.


Esta entrada participa en la convocatoria #relatosEdad de @divagacionistas

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